Ley de vida
He aquí una ley muy austera. Jesús precisa la cualidad del esfuerzo que pide: “el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo” (Mt 11,12). Los discípulos de Cristo deben ejercer una violencia, se deben hacer violencia a sí mismos para realizar el precepto formal del Maestro: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga” (Mt 16,24).
El camino del Calvario, vía de ascensión hacia Dios, es áspero y sangrante como la subida del Carmelo. A los discípulos de Emmaús, todavía escandalizados por el drama del Calvario, Jesús dirá: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No será necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” (Lc 24,25-26). Proclama la ley que se impuso, que ellos seguirán y les ha anunciado. El discípulo no está sobre el Maestro; si el mundo los odia, deben saber que antes lo han odiado a él; lo han perseguido, los perseguirán…Envía como a corderos en medio de lobos (cf. Mt 10, 16.24; Jn 15,18.20). Ley dolorosa que es ley de vida. (…)
Recordemos que Cristo anunció la victoria de la cruz sobre el Calvario, la victoria sobre sus enemigos cuando vendrá sobre las nubes del Cielo con su cruz (…). Ese día triunfarán con él los que pasaron por la gran tribulación y serán purificados en la sangre del Cordero (cf. Apo 7,14).
Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967)
carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida
Quiero ver a Dios (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949)
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