¡Cree en Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
Cree que el Hijo único engendrado de Dios, a causa de nuestras faltas, descendió de los cielos sobre la tierra, tomando esta humanidad capaz de experimentar las mismas cosas que nosotros y naciendo de la santa Virgen y del Espíritu Santo. La encarnación no se hizo en apariencia e imaginación, sino realmente. Tampoco el Hijo de Dios pasó a través la Virgen como en un canal sino que tomó su carne, fue amamantado por ella, comió y bebió realmente como nosotros.
Si la “hominización” hubiera sido una vana apariencia, vana apariencia sería también la salvación. Cristo era hombre según se veía, Dios según lo que no se veía. Comía realmente como hombre, como nosotros, ya que tenía las mismas necesidades corporales que nosotros. Como Dios alimentó cinco mil personas con cinco panes (cf. Mt 14,17-21). Murió realmente como hombre, como Dios resucitó al muerto de cuatro días (cf. Jn 11). Dormía realmente sobre la barca como hombre, caminó sobre las aguas como Dios.
San Cirilo de Jerusalén (313-350)
obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal, 4 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne 1993), trad. sc©evangelizo.org
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