Perseverar en la oración
Para mostrarles, mis hermanos, el poder de la oración y las gracias que ella atrae del cielo, les diré que es gracias a la oración que los justos han tenido la felicidad de perseverar.
La oración es para nuestra alma lo que la lluvia es para la tierra. Abonen abundantemente una tierra, pero si falta la lluvia, no sirve para nada. Lo mismo, hagan muchas buenas obras, pero si no rezan seguido como deben, no serán salvados. La oración abre los ojos de nuestra alma, le hace sentir la enormidad de su miseria, la necesidad de tener recurso a Dios, hace que tema su debilidad. Si, mis hermanos, los justos han perseverado por la oración. (…)
Mis hermanos, ¿no vemos que cuando descuidamos la oración, perdemos enseguida el gusto de las cosas del cielo y pensamos sólo a las cosas de la tierra? Si retomamos la oración, sentimos renacer en nosotros el pensamiento y deseo de cosas del cielo. Si, mis hermanos, si tenemos la felicidad de estar en la gracia de Dios, sólo si tenemos recurso a la oración, vamos a perseverar largo tiempo en el camino del cielo.
San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 5º Domingo después de Pascua (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d'Ars, II, Ste Jeanne d'Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org
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