David, en su búsqueda de arrepentimiento y vuelta a Dios, hizo ésta oración: "Crea en mi, o mi Dios, un corazón puro" (Salmo 50,12)
Sólo el Señor con Su poder y misericordia nos lleva a renunciar al pecado y abrazar el bien.
Nuestro Señor Jesucristo nos da la receta para eso convidándonos a renunciar a nosotros mismos y a todo lo que estamos apegados como forma de pertenecer enteramente a Él: "Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que posee no puede ser mi discípulo" (cfr. Lc 14,33)
Es necesario decir al Señor con ánimo fuerte y firme:
"Señor, yo te escojo por encima de todo, encima de la salud, de las riquezas, de las dificultades, de las honras, de los elogios, de la ciencia, de las consolaciones, de las esperanzas, de los deseos. Hasta por encima mismo de las gracias y dones, que pueda recibir de Ti. Te escojo por encima de todas las criaturas. Cualquier gracia que me des, sin Vos no me es suficiente. Yo te quiero solo a Tí y nada mas!" (San Alfonso de Ligório)
Jesús, en Vos confío!
Luzia Santiago.
Co-Fundadora Comunidad Canção Nova.
fuente: Mensaje del día www.cancaonova.com
adaptación y traducción del original en português
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