viernes, 25 de agosto de 2017

Evangelio según San Mateo 22,34-40. 
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?". Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas". 

RESONAR DE LA PALABRA

Ciudadredonda
Queridos hermanos:
¿Y si me preguntan a mí eso de “cuál es el mandamiento principal de mi vida”? Seguro que tengo una respuesta estupenda, de las de libro. Como seguramente tendría el fariseo del Evangelio de hoy si la pregunta se la hubiesen hecho a él.
Pero si alguien observa mi vida y deduce cuál es el principal interés o centro de atención (“mandamiento”) de la misma, la cosa podría ser distinta. Como le ocurría al fariseo.
Jesús no da la respuesta que le piden para “instruir” al fariseo, sino para recordarle que no basta con “saber” cuál es el mandamiento, sino que hay que ponerlo en práctica.
Este pasaje no admite mucho comentario, pero sí admite mucha reflexión. Te invito a que dediques unos minutos a repetir en voz baja, como si fuera un mantra, eso de “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser y al prójimo como a uno mismo”. Y mira a ver cómo suena en tu vida, qué repercusión tiene en tu comportamiento de esta semana, de este viernes.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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