sábado, 26 de agosto de 2017

Evangelio según San Mateo 23,1-12. 
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado". 

RESONAR DE LA PALABRA

Ciudadredonda
Queridos hermanos:
Hoy se usa bastante la palabra “referente” para señalar a una persona que brilla ante nosotros por alguna cualidad especial. Parece significar lo mismo que “modelo”, o, al menos algo parecido a esta palabra, ya más gastada por el uso. Jesús viene a decirnos: “no toméis por referentes o modelos a los escribas y los fariseos. Hablan correctamente, pero su vida no es un dechado de calidad y conducta humana”.
Lo podría decir también de muchos de los que dirigimos la palabra a las comunidades cristianas. Nuestro hablar puede ser correcto; nuestra vida es ya otro cantar. Lo formulaba muy bien un poeta y obispo, Don Pedro Casaldáliga:
No voy,
va mi palabra.
¿Qué más queréis?
Os doy
todo lo que yo creo,
que es más que lo que soy.
Otro obispo, san Agustín, se hacía eco de las otras reglas dadas por Jesús: “con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo. ‘Cristiano’ es un título de dignidad; ‘obispo’ es designación de un deber que me infunde temor”.
El apóstol Pablo se atribuye el título de “padre”. Dice que los fieles pueden tener muchos pedagogos, pero que padres tienen pocos, pues fue él, Pablo, quien los engendró para una vida nueva. El mismo apóstol señala, entre los distintos carismas que hay en la Iglesia, el de maestros (cf 1 Cor 12,28). Vemos, pues, que no faltan usos distintos en la Iglesia. Esto nos puede librar de “ fetichismos lingüísticos”, de “tabúes lingüísticos”, o de “fundamentalismos lingüísticos”, si me permitís las expresiones.
Quizá se objete: “pero la palabra de Jesús debe prevalecer sobre la de Pablo (que quizá no conocía estas palabras que figuran en Mateo)”. Y esto nos llevaría a cuestiones como la historicidad de esas palabras que aparecen en labios de Jesús, o la prioridad del sentido sobre la pura letra. En cualquier caso, lo mínimo que se puede pedir es que seamos sencillos en los títulos y en el trato, sin que por ello los responsables de las comunidades cristianas deban abdicar de la misión recibida, y sin que los demás nos permitamos negarles el reconocimiento que cuadra.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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