viernes, 18 de agosto de 2017

Meditación: Mateo 19, 3-12


“… pero al principio no fue así.” (Mateo 19, 8)

Hermana, imagínate que una vecina viene a verte llorando, porque su marido le acaba de pedir el divorcio y ella se siente devastada. Han estado casados por doce años y tienen dos hijos. Ella es católica fiel y siempre ha tratado de hacer lo correcto, pero ahora mismo, le parece que su mundo se está derrumbando. ¿Qué hacer?

Jesús nos dice que Dios siempre quiere que el matrimonio sea para siempre, porque es un sacramento, un reflejo del amor de Dios. Entonces, si no hay “excepciones”, ¿qué pasa con tu vecina? ¿Está enojado el Señor con ella?

Enojado no; triste sin duda. Jesús anhela que los esposos experimenten la unidad y el amor que Dios quiso para ellos “desde el principio,” y siempre le duele mucho cuando una relación se ha distanciado u ofendido tanto que simplemente no puede recibir estas bendiciones.

Las situaciones como éstas son las que necesitan con urgencia el amor, la sanación y la misericordia de Dios. Y la persona afectada necesita una actitud bondadosa, comprensión y apoyo; no un sermón ni ningún comentario que agrave su sentido de culpa y su dolor.

Así lo dijo el Papa Francisco en su exhortación apostólica sobre la familia: “Frente a situaciones difíciles y familias heridas… los pastores deben… evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición” (Amoris laetitia, 79).

Lo que el Papa dice a los pastores nos lo dice a todos nosotros. Dios quiere que seamos instrumentos de sanación y misericordia y que le dejemos el juicio a él. Tengamos, pues, en cuenta este punto cuando recemos por nuestros amigos que tienen dificultades de matrimonio, y pidámosle a nuestro Padre celestial que derrame su amor extraordinario y concreto sobre cada persona involucrada para que reciban sanación y paz.

Pidámosle a Jesucristo, nuestro Señor, que unja a los maridos y sus esposas con su gracia hoy mismo, para que ellos, ya seguros del amor de Dios, experimenten nuevamente la solidaridad y el amor que los hizo no dos, sino uno.
“Padre eterno y misericordioso, fuente de todo amor y unidad, envuelve en tu compasión a todas las parejas casadas que hoy luchan por sobrevivir, para que experimenten tu consuelo y se acojan a ti para sanación y guía.”
Josué 24, 1-13
Salmo 136(135), 1-3. 16-18.
21-22. 24

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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