domingo, 27 de agosto de 2017

Meditación: Mateo 16, 13-20


XXI Domingo del Tiempo Ordinario

Jesús hace preguntas para saber qué piensa la gente respecto a su persona, el Hijo del hombre. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, algún profeta. Cuando Jesús pregunta la opinión de los discípulos, Pedro se vuelve portavoz y dice: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!” Luego, Jesucristo funda su Iglesia y nombra a Pedro y sus sucesores como piedra angular de la misma.

Pedro debe ser “la roca”, esto es, el fundamento firme de la Iglesia. Con estas palabras de Jesús, Mateo animaba a las comunidades perseguidas de Siria y Palestina a que vieran en Pedro al jefe de la Iglesia. A pesar de ser débil y perseguida, la comunidad tiene un fundamento firme: la palabra de Jesús.

Lo que hoy se sabe acerca de la Divinidad es todo y sólo lo que el Señor ha querido revelar a su Iglesia, pero es suficiente para nuestra salvación, y nuestro deber no es “entenderlo todo”, sino creerlo. Si cada uno cree de corazón y se entrega completa y sinceramente a Dios, él nos concede el crecimiento y el entendimiento que anhelamos. La magnificencia de Dios es tan infinita que sólo él puede darnos a conocer a Cristo, y concedernos la fe y la fuerza necesarias para confesar que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios vivo.

Por esto, en el Sucesor de Pedro, los fieles tenemos una luz firme y segura de nuestra fe, porque Jesucristo quiso edificar su Iglesia sobre Pedro y sus sucesores. En él hallamos una roca inconmovible, frente a los oleajes de la confusión doctrinal que hoy en día se arremolinan por doquier.

En el Sumo Pontífice, en los obispos y en los sacerdotes fieles, (es decir, todos aquellos que reconocen la autoridad del Vicario de Cristo, siguen su Magisterio y transmiten sus enseñanzas), encontramos a Cristo mismo, el Buen Pastor, que guía a sus ovejas a las praderas del cielo. Escuchemos su voz e imitemos su ejemplo de amor, santidad y entrega incondicional.
“Señor Jesús, te damos gracias por nuestro Papa, nuestros obispos y sacerdotes. Úngelos, Señor, para que sean siempre fieles seguidores tuyos y maestros confiables para nosotros.”
Isaías 22, 19-23
Salmo 138(137), 1-3. 6. 8
Romanos 11, 33-36

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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