¿Pueden beber a la copa que beberé?
“¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?” (Sal 116 (114-115),12). Ni sacrificios ni holocaustos ni observancias del culto legal, solamente con toda mi vida. Por eso dice el salmista “alzaré la copa de la salvación” (cf. Sal 116,13). El salmista llama “su copa” al trabajo que ha endurado en el combate de su devoción filial hacia Dios y a la constancia con que resistió al pecado, hasta la muerte.
A propósito de esta copa, el Señor mismo se expresa en los evangelios: “Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Mt 26,39). Pregunta a los discípulos: “¿Pueden beber a la copa que beberé?”. Se refería a la muerte que iba a sufrir por la salvación del mundo. Por eso dice “alzaré la copa de la salvación”. Es decir, de todo mi ser estoy sediento, tendido hacia la consumación del martirio, al punto que considero los tormentos endurados en el combate de amor filial como un reposo del alma y del cuerpo y no como un sufrimiento. Yo mismo me ofreceré al Señor como sacrificio y oblación (…). Estoy listo para testimoniar de esas promesas delante de todo el pueblo, porque “cumpliré mis votos al Señor, en presencia de todo su pueblo” (Sal 116,14)
San Basilio (c. 330-379)
monje y obispo de Cesárea en Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía sobre el salmo 115 (Lectionaire Festif de Dieu et Commentaires III, Homélie sur le psaume 115, Solesmes), trad. sc©evangelizo.org
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