sábado, 14 de noviembre de 2020

COMPRENDIENDO LA PALABRA 141120


“Y Dios ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche?” (Lc 18,7)

Contemplándolos aquí reunidos en torno a nosotros, (…), nos parece hacer nuestra, casi reviviéndola, una escena grandiosa y emocionante que nos presenta la Sagrada Escritura. Mientras el pueblo de Dios combate en la llanura, vemos sobre el monte Horeb a Moisés, orando con los brazos y las manos elevadas, preludio e inconsciente imagen del gran Mediador, de brazos extendidos sobre la cruz. A costado del orante Líder y por temor a que pierda fuerza en ese fatigoso acto implorante, dos de los suyos más fieles le sostienen los brazos con filial solicitud, llenos de de fe en la eficacia de la oración de su líder (Ex 17,8).

También nosotros, desde esta colina del Vaticano, asistimos a una gran contienda, incomparablemente más vasta y más feroz que la que pone en conflicto unos contra otros a los pueblos de la tierra. Conflicto espiritual que es un episodio de la indecible lucha del mal contra el bien, de Satanás contra Cristo. Nosotros, las manos tendidas hacia el cielo, sentimos pesar sobre nuestra espalda el peso de una gran responsabilidad, oprimir nuestro corazón un dolor profundo. Encontramos en ustedes el consuelo que nos ofrecen, fieles, uniendo su oración a la nuestra, sus sacrificios a nuestras penas, sus obras a nuestra fatiga. (…) 

La verdadera oración del cristiano, que enseñó Jesús a todos pero que es especialmente la de ustedes, es una oración esencialmente de apostolado. Ella reúne la santificación del nombre de Dios, el advenimiento y la difusión de su Reino, la adhesión filial a las disposiciones de su amorosa Providencia y a su voluntad redentora y beatificante. En consecuencia, reúne todos los intereses materiales y espirituales de los hombres: el pan cotidiano, el perdón de pecados, la unión fraterna que no conoce odios ni rencores, el socorro en las tentaciones para no sucumbir, la liberación de cada mal. (…) Inmensa en su brevedad, la oración dominical compendia y abraza la universalidad de las necesidades del mundo. Todas estas necesidades, el Salvador las guarda y recomienda a su Padre celeste hasta en el mínimo detalle, porque cada uno le es presente particularmente. (…) He aquí su modelo.



Venerable Pio XII (1876-1958)
papa 1939-1958
A una representación de centros del Apostolado de la oración en Italia, 17 de enero de 1943 (Discorsi e Radiomessaggi di Sua Santità Pio XII, IV, Quarto anno di Pontificato, 1942-1943, Ed. Vaticana), trad. sc©evangelizo.org.

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