“Creo en la resurrección de la carne”
Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones... “En ningún punto la fe cristiana encuentra más contradicción que en la resurrección de la carne”. (S. Agustín sal. 88,2-5) Se acepta muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de una forma espiritual. Pero ¿cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal pueda resucitar a la vida eterna?
¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y del cuerpo, el cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la resurrección de Jesús.
¿Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto: “Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación.” (Jn 5,29, cf Dn 12,2)
¿Cómo? Cristo resucitó con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo.” (Lc 24,39); pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El “todos resucitarán con su propio cuerpo, que tienen ahora.” (Cc. De Letrán IV: DS 801), pero este cuerpo será “transfigurado en cuerpo de gloria” (Flp 3,21), en “cuerpo espiritual” (1Cor 15,44) “Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano...se siembra corrupción, resucita incorrupción...; los muertos resucitarán incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad. (cf 1Cor 15,35-53) Este “cómo” sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe. Pero nuestra participación en la eucaristía nos da ya un anticipo de la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo... ya que tiene la esperanza de la resurrección. (cf San Ireneo de Lión, haer. 4,18, 4-5)
¿Cuándo? “El último día” (Jn 6,39-40), al fin del mundo. En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la parusía de Cristo.
Catecismo de la Iglesia Católica
§ 996-1000
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