Es el pez que muere por la boca, dice la sabiduría popular. Pero hay muchos cristianos muriendo por la boca, por tanta palabra indolente e indecente que dicen. Y lo más triste: ¡encuentran gracioso que sus hijos digan malas palabras! ¡Incluso hay quienes enseñan y aplauden cuando los escuchan hablar de ese modo! ¿Tienes consciencia a qué punto hemos llegado?
Si quieres vivir en la bendición, necesitas un filtro para lo que hablas y escuchas.
La sociedad tiene un gusto cada vez más dudoso: expresiones "lingüísticas" y canciones con motivos ocultos y segundas intenciones; charlas de trabajo que parecen más tabernas; comentarios groseros en Internet; telenovelas, programas humorísticos y películas llenas de términos que no combinan de ninguna manera con un lenguaje educado o cristiano.
San Pablo no era un pescador como São Pedro, pero entendió de lo que hablo: “No profieran palabras inconvenientes; al contrario, que sus palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan.” (Ef 4, 29).
¡No temas reemplazar el improperio, la mala-palabra con la Palabra de Dios!
“La boca habla de lo que rebosa de tu corazón” (Mt 12,34).
Si nuestros corazones están llenos de Dios, ¡rebosaremos palabras de bendición! Pero si el corazón está lejos del Señor, terminaremos soltando palabras de maldición. Si hasta las plantas y los animales domésticos resienten las palabras groseras, imagínate, entonces, al ser humano, hijo de Dios, y que tiene alma...
Fue leyendo muchas novelas de caballería cuando el personaje Don Quijote de la Mancha, un pequeño noble castellano, perdió la razón. Para su creador, Miguel de Cervantes, “si el poeta fuera casto en sus costumbres, también lo serían sus versos. La pluma es el lenguaje del alma: como los conceptos que en ella se conciben, también lo serán tus escritos”. Hoy podríamos decir: “La lapicera, el teclado, es el lenguaje del alma”; “Llamar a un teléfono celular es el lenguaje del alma”; “Publicar en Internet es el lenguaje del alma”; “Twitear, responder un Whatsapp es el lenguaje del alma”
Oración
Señor, concédeme el don de una palabra santa,
de una palabra pura, casta y bendita.
No quiero perder mi alma con palabras vacías y conversaciones tontas. No quiero llevar a nadie a la perdición a causa de una palabra irreflexiva o pesada. Renuncio a la mala-palabra y a toda palabra que no edifica ni santifica. Dame la gracia de un nuevo estándar de lenguaje: Dame la palabra adecuada, en el momento adecuado, para la persona adecuada. Tu Santa Palabra en mis labios y en mi corazón. ¡Jesús, amo tu Palabra!
Que mi palabra sea un eco de tu Palabra.
Amén.
p. Marlon Mucio
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