Evangelio según San Lucas 17,26-37
Jesús dijo a sus discípulos:"En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.Acuérdense de la mujer de Lot.El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".
Una primera lectura del Evangelio de hoy nos puede asustar, ¡La que se nos viene encima con eso del “día del Hijo del hombre”! Parece que va a ser terrible. Todo va a suceder como es normal. Levantarse, comenzar el día, trabajar, comer, descansar, y vuelta otra vez a la misma historia. Pero, según nos dice Jesús, el día del Hijo del hombre toda esa normalidad va a terminar de golpe. Un corte tremendo que va a hacer parecer tonterías esas películas que hablan de desastres terribles.
Pero vamos a ser realistas. La vida nuestra tiene algo de ir de susto en susto. Y si leemos un poco de historia pues no haremos más que confirmar esa impresión. ¿Qué siglo se ha librado de guerras, epidemias, terremotos, terrorismo, dictaduras, huracanes y cosas peores? Seamos realistas: ninguno. A veces algún país tiene la suerte de vivir un periodo relativamente largo de paz, sin que sucedan ninguna de esas cosas terribles. Pero eso es casi más la excepción que la regla.
Por si alguno tiene alguna duda, que repase la historia reciente. Estábamos tan tranquilos, o más bien, creíamos estarlo, y llegó el covid 19 con su potencial de muerte. Está cambiando nuestras vidas, amenazando nuestra economía. Nadie se salva de él. Ciertamente el covid 19 no tiene prejuicios raciales ni de clase social. Y esto por comentar lo que más dicen los medios de comunicación. Porque guerras y terrorismo y mafias y otras cosas siguen campando en muchos países.
Jesús no nos está amenazando con el fin del mundo ni con el desastre. Más bien. Nos recuerda lo que nos dijo el otro día. El reino de Dios está dentro de nosotros y es hoy, aquí y ahora, donde nos tenemos que jugar nuestra vida. Es hoy, aquí y ahora, donde tenemos que dar el do de pecho como cristianos y seguidores de su buena nueva de amor y misericordia y perdón y reconciliación para todos. Hoy, cuando estamos en paz y tranquilos. Y hoy, cuando llega el covid 19 o cuando la violencia nos cerca o cuando el terremoto sacude nuestras casas o cuando sucede cualquier otra cosa que conmueve nuestras rutinas y nos obliga a cambiar el paso. El que ante esas nuevas situaciones pretenda salvar su vida, la perderá. El que pretenda hacer lo de siempre o esconderse asustado tratando de salvar lo suyo, lo perderá todo. Sólo el que abra los ojos e intente vivir en cristiano la nueva situación en que nos encontramos cada día, es el que gozará de la vida.
Porque la verdad es que cada día es nuevo. Cada día se nos plantean desafíos, retos, situaciones adversas, complicaciones. En el trabajo, en la familia, en el barrio o en el grupo de amigos, en la sociedad, en el mundo. Cada día tenemos que responder en cristiano. Lo nuestro no es hacer del avestruz: esconder la cabeza en el suelo. Lo nuestro es, como Jesús y con Jesús, levantar la cabeza y tratar de responder con la dignidad de los hijos e hijas de Dios a esas situaciones que se nos plantean cada día. Sin miedo. Porque el amor de Dios está con nosotros.
Fernando Torres cmf
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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