Dios Padre nos creó para amar, nuestra razón de ser es Amarle y amar a los demás; Su mandato es claro: “ámense unos a otros como Yo los he amado”.El amor a Dios se vuelve real y no un discurso vacío en el amor al prójimo.Dios es amor, y es San Pablo quien lo define en su carta a los Corintios –Capítulo 13,4-7– "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece; no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad”.Muchas veces decimos “amar” pero nuestro amor es solo una ilusión, no una realidad. Decimos que amamos a Dios pero, ¿le amamos a Él o amamos las cosas del mundo? El amor que decimos tener puede que sea sólo un amor al buen pasar económico, a nuestro trabajo, a placeres, a cosas materiales y por alcanzar esos amores empezamos a recorrer un camino que nos lleva a usar a las personas en vez de amarlas. Las personas pasan a ser escalones hacia lo que queremos.El amor a lo mundano conduce a la muerte del amor real, y el resultado se hace ver pronto: matrimonios rotos, parejas destrozadas, amistades perdidas, familias separadas.Hagamos buen uso de las cosas que la providencia de Dios nos regala y amenos a los demás como Dios manda: “así como Él nos ha amado”.¡Dios los bendiga!Martín ValliComunidad Carismática Piedras Vivas
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