jueves, 10 de junio de 2021

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 5,20-26


Evangelio según San Mateo 5,20-26
Jesús dijo a sus discípulos:

Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal.

Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego.

Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,

deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso.

Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.


RESONAR DE LA PALABRA


Queridos hermanos,

Desde hace un tiempo se viene hablando de una “cultura de la muerte”, compuesta de todo aquello que dificulta la vida de las personas y del planeta, contradiciendo el querer de Dios para con nosotros. Por oposición, estaría la “cultura de la vida”, formada por todas aquellas expresiones que favorecen la existencia de todos y la hacen más acorde a la voluntad del Creador.

Hoy Jesús recuerda en el evangelio el mandamiento principal de la “cultura de la vida”, formulado en negativo: “no matarás”. Y en vez de pensar solamente en el asesinato, como forma más directa de muerte provocada, Jesús amplía el significado de este mandamiento a diversas expresiones de la “cultura de la muerte”: vivir peleados es una manera de matar la convivencia, con consecuencias para los que viven la pelea y para los que los rodean; insultar al prójimo es una forma de matar la dignidad del otro, que es criatura de Dios… Todo aquello que destruya la vida, en cualquiera de sus formas, se aleja del querer de Dios.

Por eso Jesús, cuando explica esto, nos invita a que “si tu hermano tiene quejas contra ti” (y no tanto “si tú tienes quejas contra tu hermano”), vayamos a reconciliarnos antes de buscar la comunión con Dios en la celebración cristiana.

Al comienzo de la eucaristía siempre hacemos memoria de aquello en lo que hemos podido contribuir a esa “cultura de la muerte”, entendida según Jesús. Y estamos invitados a repararlo con gestos de vida.

El Dios de Jesús es el Dios de la Vida. Por ello, desde él, estamos llamados a favorecer la vida en todas sus formas. Cuando la Iglesia dice “no” a algo, es porque quiere decir “sí” a lo contrario. El mandamiento del “no matarás” encierra un gran “sí a la vida”, que estamos llamados a recrear y cuidar, personal y comunitariamente, allá donde estemos.

Señor Dios nuestro, amigo de la vida,
enséñanos a vivir como tu Hijo Jesucristo
para ser agentes de la cultura de la vida
que Él nos vino a traer.

CR

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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