martes, 29 de junio de 2021

COMPRENDIENDO LA PALABRA 290621


El testimonio histórico más antiguo del martirio de Pedro y Pablo

Dejemos estos ejemplos de [persecución en el Antiguo Testamento] y vengamos a considerar los luchadores más cercanos a nosotros; expongamos los ejemplos de magnanimidad que han tenido lugar en nuestros tiempos. Aquellos que eran las máximas y más legítimas columnas de la Iglesia sufrieron persecución por emulación y por envidia y lucharon hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles: a Pedro que, por una hostil emulación, tuvo que soportar no una o dos, sino innumerables dificultades, hasta sufrir el martirio y llegar así a la posesión de la gloria merecida. Esta misma envidia y rivalidad dio a Pablo ocasión de alcanzar el premio debido a la paciencia: en repetidas ocasiones fue encarcelado, obligado a huir, apedreado y, habiéndose convertido en mensajero de la palabra en el Oriente y en el Occidente, su fe se hizo patente a todos, ya que, después de haber enseñado a todo el mundo el camino de la justicia, habiendo llegado hasta el extremo Occidente, sufrió el martirio de parte de las autoridades y, de este modo, partió de este mundo hacia el lugar santo, dejándonos un ejemplo perfecto de paciencia. A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo…

Todo esto, carísimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación, sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma palestra y tenemos que luchar el mismo combate. Dejemos, pues, las preocupaciones inútiles y vanas y pongamos toda nuestra atención en la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición. Tengamos los ojos fijos en lo que es bueno y agradable a los ojos de nuestro Hacedor, lo que nos acerca a él. Fijemos nuestra mirada en la sangre de Cristo y démonos cuenta de cuán valiosa es a los ojos del Dios y Padre suyo, ya que, derramada por nuestra salvación, ha traído al mundo entero la gracia de la conversión.


San Clemente de Roma
papa del año 90 a 100 aproximadamente
Carta a los Corintios, 5-7 (trad. cf breviario 30/06)

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