“Curaba a todos los enfermos”
“Al atardecer le trajeron muchos endemoniados; expulsó a los espíritus con su palabra, y curó a todos los enfermos.” ¿Te das cuenta de cómo la fe de la muchedumbre va creciendo poco a poco? A pesar de ser tarde, no han querido marcharse; pensaron que la tarde sería propicia para llevar a sus enfermos. Imagínate el número de curaciones que los evangelistas dejan de lado; no las cuentan todas una a una, sino en una sola frase nos dan a entender que había un océano de prodigios. Para que la grandeza del prodigio no nos lleve a la incredulidad, para que no nos turbemos pensando en aquella gente aquejada de enfermedades tan diversas y curada toda en un instante, el evangelio nos presenta el testimonio del profeta, tan extraordinario y tan sorprendente como los hechos mismos: “Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades (Is 53,4)” No dice: -ha destruido-, sino –cargó-, dejando claro, según mi parecer, que el profeta habla más del pecado que de las enfermedades del cuerpo, lo que es conforme a la palabra de Juan: “Este es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.” (Jn 1,29)
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia
Homilías sobre el evangelio de San Mateo 27,1
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