jueves, 10 de junio de 2021

EL FUEGO DEL CÓLERA


El fuego de la cólera

El rencor se diferencia de la cólera, que se distingue a su vez de la irritación y se distingue de la turbación. He aquí un ejemplo para que comprendan. Para alumbrar un fuego, tenemos para comenzar sólo un pequeño carbón. Él representa la palabra de un hermano que te ofende. Todavía es sólo un pequeño carbón ya que es nada más que una simple palabra de un hermano. Si la soportas, apagas el carbón. Si al contrario te pones a pensar: “¿Por qué me dice eso? ¡Tendría para responderle!”. (…) La turbación es como si alguien alumbrara un fuego, tú tiras ramitas y provocas humo. (…)

Soportando la pequeña palabra de tu hermano, podías apagar el carbón antes que aparezca la turbación. Sin embargo, mismo esa turbación, la puedes apaciguar fácilmente con el silencio, con la oración, con un único movimiento del corazón. Si al contrario continúas a producir humo, es decir, a exaltar y excitar tu corazón pensando “¿Por qué me dice eso? ¡Tendría para responderle!”, trabajan entonces el flujo y el impacto de los pensamientos. Los calientan y provocan la llama de la irritación. (…) Así llega la irritación. (…)

Si quieres, puedes todavía apagar la irritación antes que se convierta en cólera. Pero si continúas turbándote y turbando a otros, haces como alguien que tira leña en la fogata y atiza el fuego: se forman entonces bellas brasas. Es la cólera. (…) Lo mismo que las brasas puestas de lado subsisten largo tiempo encendidas, mismo si se hecha agua encima, la cólera que se prolonga se transforma en rencor. (…)

¿Ven cómo de una sola palabra se llega a un gran mal? Si desde el comienzo hubiéramos soportado pacientemente la palabra del hermano, sin rendirle mal por mal (Rom 12,17), hubiéramos podido escapar a todos esos males.



Doroteo de Gaza (c. 500 -?)
monje en Palestina
Conferencias I (SC 92 ; Œuvres spirituelles, Cerf, 1963), trad. sc©evangelizo.org

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