“No juzguéis y no seréis juzgados”
Tú sabes excusar y disimular muy bien tus faltas, y no quieres oír las disculpas ajenas.
Más justo sería que te acusases a ti y excusases a tu hermano.
Sufre a los otros si quieres que te sufran.
Mira cuán lejos estás aún de la verdadera caridad y humildad, la cual no sabe desdeñar y airarse sino contra sí.
No es mucho conversar con los buenos y mansos, pues esto a todos da gusto naturalmente; y cada uno de buena gana tiene paz, y ama a los que concuerdan con él.
Pero poder vivir en paz con los duros, perversos y mal acondicionados, y con quien nos contradice, grande gracia es, y acción varonil y loable.
El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Éste es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del cielo.
Imitación de Cristo
tratado espiritual del siglo XV
Libro II, c. 3
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