La naturaleza del don de sanación
La tradición de los ancianos nos enseña que la naturaleza de los carismas espirituales posee tres motivos
El primer motivo del don de sanación es el mérito de la santidad: la gracia de los milagros acompaña a los elegidos y los justos. Los apóstoles y una multitud de santos realizaron signos y prodigios, según el mandamiento del Señor: “Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente” (Mt 10,8).
El segundo motivo del don de sanación es la edificación de la Iglesia o la recompensa de la fe, ya sea de los que presentan a los enfermos o de los mismos enfermos, pecadores e indignos pero que tienen fe. (…) Al contrario, la falta de fe en los enfermos o en los que los presentan, no permite a los que recibieron el don de sanación de poder ejercerlo. El evangelista Lucas dice sobre este tema: “No pudo hacer allí ningún milagro… Se asombraba de su falta de fe” (Mc 6,5-6).
Finalmente el don puede ser un juego y un engaño de la hipocresía de los demonios. (…) Dice el Evangelio: “Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y prodigios asombrosos, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos” (Mt 24,24).
Por eso, no debemos nunca admirar por sus milagros a los que así lo pretenden. Tener en cuenta únicamente si se perfeccionaron corrigiendo sus vicios y enmendando sus vidas. Esto no es un beneficio que se obtiene por la fe de otro o por causas extranjeras, sino que la gracia divina lo dispensa en la medida del celo de cada uno.
San Juan Casiano (c. 360-435)
fundador de la Abadía de Marsella
Carismas divinos, Conferencias (SC 54, Des charismes divins 1, Conférences VIII-XVII, Cerf, 1958), trad. sc©evangelizo.org
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