Vengan y reposen un poco
Si sólo en la actividad apoyas toda tu vida y sabiduría, sin reservar nada para la reflexión y la meditación, no puedo elogiarte. No, en eso no te elogiaré. Y nadie lo hará, si ha escuchado esta palabra de Salomón: “El que no está absorbido por otras tareas, se hará sabio” (Eclesiástico 38,24). La acción necesita ser precedida por la reflexión.
Te elogio si quieres ser todo a todos, a ejemplo del que se hizo todo a todos. Pero con la condición que tu humanidad sea plena y entera. Esto no es posible si te excluyes de esa plenitud. También eres hombre. Para que tu humanidad sea plena y entera, debe incluir la apertura de corazón que reservas para los otros. Si no, como decía el Señor, ¿de que te sirve ganar a los hombres si tú te pierdes? Ya que eres el bien de todos, sé tú mismo uno de los que posee ese bien. ¿Por qué sólo tú te privarías de este favor? ¿Hasta cuándo tu espíritu se alejará sin volver a ti? ¿Hasta cuándo tendrás negligencia en recibirte a ti mismo? ¿Te das a sabios e ignorantes y lo reúsas para ti? (…)
Si. Que tus aguas se derramen en las plazas, que hombres y bestias calmen su sed. Hecha de beber para los camellos del siervo de Abraham. Pero entre ellos, bebe tú también del agua que brota de tu pozo. (…) Recuerda por lo menos de tiempo en tiempo, de volver a ti mismo. Entre los otros, o mismo después de ellos, recurre a tus servicios.
San Bernardo (1091-1153)
monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Consideraciones I (Lectures pour chaque jour de l’année II, Prière du Temps présent, Cerf, 1971), trad. sc©evangelizo.org
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