Alégrense y perseveren hasta el fin
Regocíjense y estén en la alegría, perseveren hasta el fin y prefieran más bien morir que dejar el lugar al que Dios los llamó.
Abracen la Cruz con la paciencia y escóndanse con sus penas en el seno de Dios. Fijen los ojos en el Cordero inmolado por ustedes y estén siempre contentos de lo que Dios les da y les destina. Debemos hacer así porque tenemos la certeza que Dios nos llama y elige lo que nos hace agradable a sus ojos. Irán así de luz en luz y las penas sufridas por Jesús crucificado les serán deliciosas, mientras que los goces y las consolaciones del mundo les resultarán amargos. Comenzarán a gustar, desde esta vida, un anticipo de la vida eterna. La principal beatitud del alma en el cielo es afirmarse para siempre en la voluntad del Padre y gustar así la ternura divina. Pero no la gusta en el cielo si no la revistió en la tierra, donde somos peregrinos y viajantes. Cuando se revistió de la ternura divina, hasta en sus penas gusta a Dios por gracia. Su memoria se llena del recuerdo de la sangre del Cordero sin mancha, su inteligencia se abre y contempla el amor inefable que Dios manifestó en la sabiduría del Hijo. Entonces, el amor que encuentra en la bondad del Espíritu Santo expulsa al amor propio y al amor de las cosas creadas, para amar sólo a Dios.
No teman (…). Sufran con alegría para conformarse a la voluntad de Dios.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 102 al padre Cristóbal (Lettres, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org
No hay comentarios:
Publicar un comentario