¡De tu cruz viene la fuerza!
Mi Jesús, veo que al seguirte pasé por todas las etapas de la vida: infancia, juventud, vocación, trabajos apostólicos, Tabor, Jardín de los Olivos y aquí estoy ahora contigo en el Calvario. De pleno acuerdo me dejé crucificar y estoy crucificada. Aunque camine un poco, ya estoy estirada, despedazada, sobre la cruz y siento netamente que de tu cruz viene mi fuerza, que sólo tú eres mi perseverancia.
Más de una vez escuché la voz de la tentación gritándome “¡Desciende de la cruz!”. Sin embargo la fuerza de Dios me fortifica. Abandono, oscuridad, diversos sufrimientos, golpean mi corazón. Sin embargo, la gracia misteriosa de Dios me sostiene y afirma. Deseo beber el cáliz hasta la última gota. Creo firmemente que tu gracia me sostuvo en el Jardín de los Olivos y ella me vendrá en ayuda, ahora que estoy en el Calvario.
Mi Jesús, Maestro, mis deseos están unidos a los deseos que tienes en la cruz. Deseo cumplir tu santa voluntad, deseo la conversión de las almas. Deseo que tu misericordia sea glorificada y que se realice pronto el triunfo de la Iglesia… (…) Oh mi Jesús, ahora abrazo el mundo entero y te imploro por él tu misericordia.
Santa Faustina Kowalska (1905-1938)
religiosa
Pequeño diario (Petit journal, La Miséricorde divine dans mon âme, Parole et Dialogue, 2002)
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