“Saben que todo lo que me has dado viene de ti” (Jn 17,7)
¡Dios eterno, Luz más allá de toda luz y foco de toda luz! ¡Oh Fuego más allá de otro fuego, Fuego único que arde sin consumirse! ¡Fuego que consume al pecado y al amor propio en el alma, Fuego que no consume el alma sino que la nutre con un amor insaciable, porque al saciarla no la sacia, ella continúa a desearlo! ¡Oh Fuego soberano, Fuego eterno, abismo de Caridad, cuanto más el alma lo desea, más lo posee, más lo busca, más lo encuentra y lo gusta!
Oh Bien supremo y eterno, ¿quién lo ha llevado, Dios infinito, a iluminarme con la luz de su Verdad, a mí, su pequeña criatura? Solamente usted, ¡oh Fuego de amor! El Amor siempre, el Amor sólo, lo ha llevado y lo lleva todavía a crear a su imagen y semejanza a sus criaturas razonables, a hacerles misericordia, colmándolas con gracias infinitas y dones sin medida.
Oh Bondad más allá de toda bondad, ¡solo soberanamente bueno! Sin embargo, ¡nos ha dado al Verbo, su Hijo único, para vivir con nosotros, en contacto con nuestro ser de corrupción y nuestras tinieblas! ¿Cuál fue la causa de ese don? El amor. Ya que nos ha amado antes de nuestra creación. ¡Oh Grandeza eterna! ¡Oh grandeza de Bondad! Se abajó, se hizo pequeño para hacer grande al hombre. Hacia cualquier lado que me vuelva, sólo encuentro la inmensidad y fuego de su Caridad.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Diálogos, La reforma de los pastores, XXV (Le dialogue, II, Téqui, 1976), trad.sc©evangelizo.org
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