“Que sean uno como nosotros somos uno” (Jn 17,22)
En su oración sacerdotal, antes de la Pasión, Cristo Jesús hace un pedido para sus apóstoles y los que creerán en su palabra: que sean uno con Él, como Él y su Padre son uno, para que puedan ver su gloria (cf. 17,21.24). Cristo Jesús lo pide como precio de su sacrificio. Esta unidad es la finalidad de la Encarnación y la Redención. Es vital para nuestras almas y la Iglesia. (…) La Iglesia es Cristo difundido o Cristo propagado en sus miembros. Ella lo prolonga sumándole humanidades en las que vierte las riquezas de su gracia y por las que continúa su misión sacerdotal aquí abajo. La gracia divina que nos viene de Cristo, nos encadena a Cristo y nos hace de Cristo. Así, nosotros somos a Cristo y Cristo es a Dios. (…)
Tal es el plan de Dios que nos envuelve y los designios que quiere realizar en nosotros y por nosotros. Seremos de Cristo o no tendremos vida sobrenatural. Seremos hijos con el Verbo encarnado en el seno de la Trinidad santa o seremos excluidos del Reino de los cielos. Estas verdades no deben sólo proveer un alimento a nuestra contemplación. Ya que dirigen toda la obra divina de la Redención y de la organización de la Iglesia, deben presidir a la cooperación que nos es pedida para esta obra divina. Esas verdades tan altas están entre las más prácticas para la vida espiritual y el apostolado.
Beato María-Eugenio del Niño Jesús (1894-1967)
carmelita, fundador de Nuestra Señora de Vida
El buen Jesús (Je veux voir Dieu, Carmel, 1949), trad.sc©evangelizo.org
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