“Separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15,5)
Nuestra santidad es de orden esencialmente sobrenatural. Todos los esfuerzos naturales reunidos, no pueden producir un acto sobrenatural, un acto proporcional a nuestro fin, que es la visión beatificante de la adorable Trinidad. (…) Pero Dios, que realiza todas sus obras con sabiduría infinita, nos ha dado con la gracia el medio de realizar en nosotros sus designios divinos.
Sin la gracia -gracia que viene únicamente de Dios- somos incapaces de llegar a nuestro fin sobrenatural. San Pablo dice que no podemos tener un buen pensamiento sin que sea contado como digno de la beatitud eterna (cf. 2 Cor 3,5). Hace eco a la palabra de Cristo “Separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15,5), no pueden llegar al fin supremo, no pueden devenir santos. Cristo Jesús comentó esta verdad. Nos dijo que él es la vid y nosotros sus ramas. Para producir frutos es necesario permanecer unidos por la gracia, para que extrayendo de Cristo la savia sobrenatural, podamos llevar a su Padre frutos que le son agradables (cf. Jn 15,8).
Vean la necesidad del alma de no separarse de Dios, fuente de la gracia, sin la que nada podemos. Tenemos que librarnos sin reservas, porque con la gracia podemos todo. (…) No existe una obra honesta, aunque parezca banal y ordinaria, hecha con la inspiración de la gracia, que no contribuya a hacernos llegar a la exaltación suprema de la visión beatífica. Porque “Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio” (Rom 8,28).
Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
El espíritu de abandono (Le Christ Idéal du Moine, DDB, 1936), trad. sc©evangelizo.org
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