"...la caridad y la unión recíproca de los fieles entre sí es un gran socorro para resistir a los males y soportar con entereza las aflicciones. En esa honda fraternidad se encuentra el más grande consuelo. Las aflicciones solo hacen tambalearse a una fe débil y a una caridad imperfecta; pero una fe sólida y robusta encuentra en ella la ocasión de afianzarse. Mientras que un alma lánguida y débil no encuentra en el dolor ningún elemento de fuerza, el alma generosa apoya sobre él un nuevo impulso de energía»
(Homilía sobre II Tes.).
s. J Crisóstomo
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