El mundo espiritual es una dimensión invisible de la existencia que coexiste con el mundo material. De esta manera, está poblado de seres espirituales, como ángeles y demonios, que interfieren en la relación entre lo divino y lo humano. Cristo es el centro del mundo angelical. Los ángeles, que habitan en el mundo espiritual, son servidores y mensajeros de Dios, ayudan a la Iglesia “en su peregrinación terrena y protegen a todo el género humano”. Representan una realidad invisible que opera en paralelo al mundo material.
Los demonios, seres espirituales que se rebelaron contra Dios y perpetúan el mal, también forman parte del mundo espiritual. Estos seres demoníacos, liderado por Satanás, desempeñan un papel en la lucha contra el bien y la tentación humana. La tentación de Jesús en el desierto resalta la interacción entre el mundo espiritual y la experiencia humana.
En resumen, hay una interacción entre el mundo espiritual y el mundo visible – la humanidad – las fuerzas espirituales realmente actúan en nuestras vidas. Esta dimensión invisible es fundamental para comprender la fe y la vida cristiana. Y, en este contexto, la oración tiene un papel fundamental, al fin y al cabo “el combate espiritual de la nueva vida del cristiano es inseparable del combate de la oración”.
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