“Contigo estoy Yo para salvarte”
Acostumbrados a mover nuestro sentir, nuestro querer
y nuestro obrar en y desde el Corazón de Jesús,
no hay día en que no experimentemos tensión interior
ante lo que vemos, oímos y percibimos.
Es que existe una brecha entre lo que somos –y estamos llamados a ser-
y aquello que nos rodea.
¿No te sientes remando contra corriente?
¿No percibes que mientras tu vida va en un sentido, el resto parece
caminar en tu contra?
De eso estoy hablando.
De la división en nuestro derredor.
De la guerra en la que somos lanzados sin haberlo querido.
Un primer engaño es presuponer que todos obran con mala intención.
En esta idea radica una de las causas de sufrimiento.
Un segundo engaño es presuponer que todos obran con recta intención.
En esta idea radica también la causa de muchos sufrimientos.
Ni lo uno, ni lo otro. Ó mejor aún, algunas veces de un modo, otras de
otro.
Somos seres en construcción.
Algunos procurando edificar la vida desde el Corazón de Dios.
Otros desde valores humanos. Otros sin plantearse ni lo uno, ni lo
otro. Simplemente viviendo cómo mejor convenga.
¡Claro que “el mundo” nos enfrenta diariamente!
Quiere jugar con nosotros porque ya sabe que la gran pelea está ganada.
“Hijo mío, te ruego: vigila, sé sobrio, para conocer a aquellos que
tienden trampas contra ti. El espíritu de la maldad y el de incredulidad suelen
caminar juntos; el espíritu de la mentira y del fraude caminan juntos; el
espíritu de la avaricia, el de la codicia y el del perjurio, aquel de la
deshonestidad y el de la envidia caminan juntos; el espíritu de la vanagloria y
el de la glotonería caminan juntos; el espíritu de la fornicación y el de la
impureza caminan juntos; el espíritu de la enemistad y el de la tristeza
caminan juntos” (San Pacomio)
Entonces, ¿qué debo hacer?
Una buena enseñanza nos la dejó San Pablo:
“Examina todo, quédate con
lo bueno”
Lo segundo es tener siempre presente La Palabra.
Graba este oráculo que hoy el Señor nos presenta:
“Te harán la guerra,
No podrán contigo,
Pues contigo estoy Yo,
-oráculo del Señor-, para salvarte”
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