Señor y Dios nuestro,
¡despliega Tu poder en la mañana!
Levanta Tu voz poderosa,
aquella que descuaja los cedros del Libano,
y ordena lo desordenado.
Ordena lo más íntimo,
los más hondo
Ordena nuestras raíces, nuestras intenciones,
nuestros deseos y anhelos.
Ordena nuestros pensamientos y nuestros afectos.
Aquellos que escondidos hacen daño,
aquellos que no te rinden honor y gloria,
aquellos que, aún siendo buenos,
no responden a Tu voluntad.
Unifica nuestra mente con nuestros corazones,
nuestros corazones con nuestro espíritu,
y en unidad de amor cante Tu Gloria.
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