Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Se reunió nuevamente la multitud alrededor de él y, como de costumbre, les estuvo enseñando una vez más. Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".
RESONAR DE LA PALABRA
Alejandro Carbajo, cmf
Queridos amigos, paz y bien.
¿Cómo hacer para saber qué quiere Dios de nosotros? El apóstol Santiago nos invita a llevar una vida transparente, sin doblez ni ambigüedad, de modo que le gente crea en Cristo por nuestras acciones. Santiago recuerda que hay un pasado del que podemos extraer indicaciones útiles para el presente; que el futuro es una realidad que se construye ya en el hoy y, en cierto modo, lo pregustamos ya. Por eso es tan importante vivir cada momento con intensidad, y mirando siempre al modelo, Cristo.
¿Sobre el Evangelio? El reciente Sínodo de los Obispos sobre la Familia celebrado entre el 5 y el 19 de octubre de 2014 abordó diversas cuestiones pastorales relativas a la familia.
Se ve que las discusiones sobre el tema del divorcio no son solo de nuestra época. Ya en tiempos de Jesús discutían los autores. Y Jesús recuerda que lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre. Son palabras duras, sobre todo para las personas que no creen en el “para siempre”.
El mensaje de Jesús es claro. Hay que buscar en las relaciones de pareja lo esencial, la vivencia del amor de dos personas que, a pesar de las dificultades, se renueva en el tiempo, en el día a día, en una donación mutua.
El sacramento, como momento de especial presencia del Espíritu, ayuda a vivir esa unión en profundidad. Los creyentes que, delante de la Comunidad, deciden unir sus vidas, cuentan con Él para llevar adelante ese proyecto. El Ritual del Matrimonio nos ayuda a recordar que no todo es fácil. En la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza. En los buenos y en los malos momentos, ser fieles a un sentimiento que se desarrolla en el tiempo.
Ahora que todo parece relativo, mirar a las parejas que celebran las bodas de plata (25 años de matrimonio) o de oro (50 años juntos) es un acicate, un estímulo para seguir adelante. No todo es fácil, pero todo es posible para el que ama. La clave, quizá, saber decir “te quiero” y “perdóname”.
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
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