A menudo, lo que más nos hiere en nuestras relaciones no son las personas y sus actitudes, sino el exceso de expectativas que hemos puesto en ellas. Nadie tiene la obligación de ser lo que idealizamos, y cuando cultivamos la sobriedad de relacionarnos con menos expectativas, nos herimos menos y construimos relaciones más honestas y, por tanto, más felices.p. Adriano Zandoná
Adaptación del original en portugués
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