«La riqueza puede llevar a la construcción de muros, crear divisiones y discriminaciones. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Háganse amigos con la riqueza”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen… Jesús también indica el propósito último de su exhortación: “Háganse amigos de las riquezas, para que te acojan en las moradas eternas”. Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, no solo será Dios quien nos acoja en el Paraíso, sino también aquellos con los cuales hemos compartido, administrando bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos…. Frente a nuestras faltas y fracasos Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Quién ha causado lágrimas, haga feliz a alguien; quien ha quitado indebidamente, done a quien está en necesidad. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor “porque hemos actuado con astucia”, es decir, con la sabiduría de los que se reconocen como hijos de Dios y se ponen en juego por el Reino de los Cielos»
Francisco
Ángelus 22-09-19
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