Reconocer desde ahora la puerta abierta
Ves, oh Cristo, mi angustia,
ves mi falta de valentía,
ves mi falta de fuerza,
ves mi pobreza,
ves mi debilidad,
y de mi, ¡oh Verbo, ten piedad!
Brilla ahora sobre mí como antiguamente,
alumbra mi alma, ilumina mis ojos
para verte, luz del mundo (Jn 8,12),
tú, el gozo, la felicidad,
la vida eterna,
delicia de los ángeles
tú, el Reino de los cielos
y del Paraíso,
corona de los justos,
su Juez y su Rey.
¿Por qué escondes tu rostro?
¿Por qué te alejas de mí, tú, mi Dios
tú, que no quieres jamás alejarte
de los que te aman?
¿Por qué me huyes, por qué me quemas
por qué me hieres y me aplastas?
Tú sabes que te amo
y que te busco con toda mi alma..
Revélate, según tu palabra…
¡Ábreme los dos batientes
la sala de bodas, Dios mío;
sí, no me cierres la puerta
de tu luz, oh Cristo mío!
“- ¿Piensas tú, hijo de los hombres,
forzarme con tus palabras?
¿Qué es lo que estás diciendo, insensato:
que escondo mi rostro?
¿Sospechas tú, aunque sea solo un poco
que cierro puertas y batientes?
¿Te imaginas tú
que me alejo jamás de ti?
¿Qué es lo que has dicho:
yo, verdaderamente, te enciendo, te quemo, te aplasto?
Tus palabras, es verdad, no son justas,
y esta idea tampoco es justa.
Mejor que escuches las palabras
que te voy a decir:
yo era luz, incluso antes de haber creado
todas las cosas que ves.
Por todas partes, yo soy, por todas partes, yo era,
y, habiendo creado toda la creación,
estoy por todas partes y en todo…
¡Considera mis beneficios,
mira mis designios,
aprende cuales son mis dones!
Me manifesté al mundo
y he dado a conocer a mi Padre,
he derramado abundantemente
mi Espíritu santísimo,
realmente, sobre toda carne.
He revelado mi nombre
a todos los hombres,
y a través de mis obras, porque soy creador,
porque soy el autor del mundo.
He dado a conocer y ahora muestro
Todo lo que es preciso hacer.”
Simeón el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)
monje griego
Himno 53
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