Evangelio según San Lucas 11,47-54
Dijo el Señor:
«¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado!
Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros.
Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos.
Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo:
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto.
¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.»
Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas
y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos hermanos:
La Iglesia hace hoy memoria de San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir. Un hombre que supo hacer de su particular recorrido hacia el martirio una escuela personal y comunitaria para acercarse más a Dios y, sobre todo, para ser cada vez más discípulo, más cristiano. Así termina una de sus cartas más famosas: “Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo… Ahora empiezo a ser discípulo”.
Y además, hoy 17 es el día mundial para la erradicación contra la pobreza. Sería raro orar con la Palabra de Dios hoy sin dejarnos interpelar por esto: “Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación”.
La primera lectura de Pablo nos presenta una eterna pregunta, solo aparente elección; ¿la fe o las obras? En ningún lugar San Pablo lo presenta como una disyuntiva, ¡al contrario! La fe, se muestra por las obras, pero que ingenuidad sería pensar que por puras obras movemos el mundo o ganamos el beneplácito de Dios… Y, sin embargo, lo tenemos metido dentro!
Sólo Dios es Dios. Todo es gracia. También mis obras, mi libertad, mi deseo de empeñar mi vida por quienes más lo necesitan. Hoy es un buen día para no quebrar la vida e impedir que nuestra fe y oración vaya por un lado y nuestras obras por otro. NO echemos balones fuera. Será juzgada “esta” generación, cada una de ellas, la “nuestra, la de quien se acerca a leer el Evangelio siglo tras siglo, porque cada uno de nosotros es responsable en su momento de lo que puede hacer. Optar por los pobres en Cristo, no puede ser solo una pose espiritual; luchar contra la pobreza no puede ser sólo un sentimiento piadoso o una estrategia de partido.
Rosa Ruiz, rmi
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