"El reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo” (Mt 22,2)
Existen tres clases de bodas: las de unión, las de justificación, las de glorificación. Las primeras fueron celebradas en el Templo de la Virgen María. Las segundas son celebradas cada día en el templo del alma fiel. Las terceras se celebrarán en el templo de la gloria celeste.
Lo propio de las bodas es unir dos personas: el esposo y la esposa. Si dos familias son en desacuerdo entre ellas, el matrimonio habitualmente los une, porque alguien de un partido toma una mujer perteneciente a otro partido. Entre nosotros y Dios, había una gran discordia. Para eliminarla y restablecer la paz fue necesario que el Hijo de Dios tomara su esposa entre nuestra familia. Para poder celebrar el matrimonio, intervinieron mediadores y pacificadores. Lo pudieron obtener con oraciones insistentes y grandes penas. Finalmente, el mismo Padre dio su consentimiento y envió a su Hijo, que se unió a nuestra naturaleza en la cámara nupcial de la Virgen María. Así, el Padre “celebraba las bodas de su hijo” (Mt 22,2).
Lo mismo, las segundas bodas son celebradas cuando la gracia del Espíritu Santo sobreviene y el alma se convierte…El esposo del alma es la gracia del Espíritu Santo. Cuando con su inspiración interior él llama a la penitencia, todo llamado de los vicios queda sin efecto.
Las terceras bodas serán celebradas el día del juicio, cuando vendrá el esposo Jesucristo, del que está escrito: “Ya viene el esposo, salgan a su encuentro” (Mt 25,6). Él tomará a la Iglesia por esposa, como dice Juan en el Apocalipsis: “Ven que te mostraré a la novia, a la esposa del Cordero…, Jerusalén, que descendía del cielo, y venía de Dios,…con la gloria de Dios en ella” (cf. Apoc 21,9-11). La Iglesia de fieles desciende del cielo, donde está junto a Dios, ya que ella obtuvo de Dios que su morada fuera en el cielo. Por eso en el presente ella vive por la fe y esperanza, pero dentro de poco celebrará sus bodas con su esposo. “¡Felices los que han sido invitados al banquete de bodas de Cordero!” (Apoc 19,9).
San Antonio de Padua (1195-1231)
franciscano, doctor de la Iglesia
Sermón del 20º domingo después de Pentecostés, (Une Parole évangélique, Franciscaines, 1995), trad. sc©evangelizo.org
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