¡Aquel debe haber sido un tiempo fascinante para los primeros cristianos! San Lucas nos cuenta que el número de los discípulos se multiplicaba “grandemente” (Hechos 6, 7).
El número real solo podemos estimarlo, pero si partimos del hecho de que Pedro convirtió a tres mil personas al Señor en un solo día, podemos asumir que la cantidad era realmente grande. Y luego Lucas añade un detalle más sobre estos convertidos: “Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe” (6, 7).
Este podría parecer un detalle menor, pero no lo es. Cuando Jesús estaba en la tierra, los sacerdotes judíos lo habían rechazado. Muchos de los jefes de los sacerdotes eran sus acérrimos oponentes, y algunos habían conspirado con los escribas y los fariseos para crucificar a Jesús.
Incluso aquellos en las órdenes menores del sacerdocio, que con más probabilidad podían simpatizar con Jesús, deben haber dado un giro radical en su forma de pensar para aceptarlo. Al igual que muchos judíos devotos de la época, ellos esperaban que el Mesías fuera un rey guerrero, no un carpintero crucificado.
Este detalle del libro de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda que podemos esperar lo inesperado. Si el Espíritu Santo puede transformar a personas tan arraigadas en sus tradiciones, él puede transformar a cualquier persona. Las conversiones suceden, incluso en aquellos que podríamos considerar que es menos probable que les suceda. Los amigos o los familiares que hemos estado presentando delante del Señor por años podrían estar a punto de volverse a él. Simplemente podrían estar esperando una invitación o nuestro testimonio para ayudarlos a tomar una decisión de fe.
Así que, ¡nunca te rindas! Si tienes un hijo o una hija que está luchando con su fe, tú sigue rezando. La historia de tu hijo aún no termina, tampoco tu historia de amor por él o ella. Procura no argumentar o ponerte a la defensiva; en su lugar procura sembrar bondad y amor. Si sigues dando pasos hacia adelante, aun cuando sean los pasos de un niño pequeño, Dios te bendecirá. Si perseveras, encontrarás la forma de avanzar. Solo sigue apoyándote en su gracia, confiando en que él puede hacer todas las cosas.
“Espíritu Santo, te suplico que aquellos que aún no conocen a Jesús puedan experimentar el gozo de la salvación.”
Salmo 33 (32), 1-2. 4-5. 18-19
Juan 6, 16-21
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