La mayor enfermedad que cargamos tiene nombre concreto: pecado. Destruye y mata la vida de la gracia y su sola presencia predispone a otras enfermedades.
A diferencia de la vitamina D, el Sol de Justicia que resplandece sobre nosotros tiene el Poder de aportarnos mucho más que un 50% de vitaminas espirituales.
Los rayos de la Misericordia alcanzan milagros.
Los rayos de la Misericordia devuelven la vida.
¡Buen día, Espíritu Santo!
Anhelo recibir un baño de Luz capaz de quebrar mis oscuridades y sus consecuencias.
¡Ven! Acompáñame, ilumíname!
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