¡Ser testigos de la verdad!
Muy reverendo y muy querido Padre en Cristo, el manso Jesús, yo, Catalina, servidora y esclava de servidores de Jesucristo, le escribo en su preciosa sangre, con el deseo de verlo amar sinceramente la dulce verdad. (…) Es en su sangre que conocemos la verdad a la luz de la santísima Fe, que ilumina el ojo de la inteligencia. Entonces el alma se abrasa y se alimenta con el amor de esta verdad. Por amor a la verdad, ella preferiría la muerte al olvido de la verdad.
El alma no calla la verdad cuando es tiempo de hablar, no teme a los hombres del mundo. No teme perder la vida porque está dispuesta a darla por amor a la verdad. Sólo teme a Dios. La verdad reprende fuertemente, porque tiene por compañera a la santa justicia, que es una perla preciosa que debe brillar en toda criatura con uso de razón. (…) La verdad calla cuando es tiempo de callar. Al callar, grita con la paciencia ya que no ignora sino que discierne y conoce dónde se encuentra el honor de Dios y la salvación de las almas. ¡Oh muy amado Padre, apasiónese por esta verdad! (…)
Le pido, por amor de Jesús crucificado y su suave sangre esparcida con tanto ardor, devenir el esposo de la verdad, con el fin de cumplir en usted la voluntad de Dios y el deseo de mi alma, que desea verlo morir por la verdad. Finalmente, permanezca en la santa y tierna caridad de Dios. Manso Jesús, Jesús amor.
Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 25, al cardenal Pedro de Lune (Lettres, Téqui, 1976), trad.sc©evangelizo.org
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