¿Cómo cultivas el campo de tu corazón?
Aquel que acepta de buen grado la semilla de mis palabras, como a un buen campo, le acuerdo los dones del Espíritu Santo en sobreabundancia. Pero al que a veces recibe mis palabras y otras las refuta, es como un campo que en ocasiones reverdece y en otras se deseca.
¡Muéstrame cómo laboras el campo de tu corazón y cómo lo cultivas! Si tu trabajo interior me gusta, te ofreceré una excelente cosecha. Según tu trabajo, será tu cosecha y tu recompensa. ¿Puedo dar fruto en la tierra sin trabajo? Igualmente, no te daré fruto, oh hombre, sin la fatiga del trabajo. Porque has recibido de mi lo que te permite trabajar tu alma.
Algunas personas piensan que pueden ser todo lo que quieren, negando examinar lo que son y lo que pueden hacer, sin consultar a Aquel que los ha formado, su Dios…Quieren tratar a Dios como a un siervo que cumple enteramente sus voluntades. No quiero acordar mis dones ni sembrar un campo vacío, en un hombre que trata de unirse a mí con orgullo, haciendo en la alienación de su ignorancia como si no me conociese…
Oh hombre, ¿por qué no has mirado el campo de tu alma y sacaste las hierbas inútiles, espinas y ronzas, invocándome y examinándote a ti mismo, en vez de venir a mí como ebrio, loco, ignorándote tu mismo? No puedes terminar ninguna obra de luz sin mi auxilio. (…) Sin mí, no puedes hacer nada…
Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia
Scivias, el Libro de las Obras Divinas, 4 (in “Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012), trad. sc©evangelizo.org
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