miércoles, 12 de julio de 2023

COMPRENDIENDO LA PALABRA

“El Reino de Dios está llegando a vosotros” (cf Lc 10,9)

Cuando el espíritu profético anuncia lo que está por venir, habla de esta manera: “De Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor. El será juez de las naciones, árbitro de pueblos numerosos. Convertirán sus espadas en arados, sus lanzas en podaderas. No alzará la espada nación contra nación, ni se prepararán más para la guerra” (Is 2,3).

Estas palabras se han realizado de manera convincente. Doce hombres salieron de Jerusalén para recorrer el mundo. Eran hombres simples que no sabían hacer grandes discursos. Pero, por el poder de Dios, han anunciado a todos los hombres, que habían sido enviados por Cristo para enseñar a todos la palabra de Dios. Y nosotros, que antes no sabíamos hacer otra cosa que matarnos entre nosotros, no solamente no combatimos ya a nuestros enemigos, ni mentimos ante los jueces, sino que confesamos a Cristo con alegría y morimos como mártires...

Escuchad lo que está dicho de aquellos que anuncian su venida. David, el rey profeta habla inspirado por el Espíritu profético: “El día al día le comunica el pregón, la noche a la noche se los susurra. No es un pregón, no son palabras, no es una voz que se pueda escuchar; mas por toda la tierra se extiende su eco, y hasta el confín del mundo su mensaje” (Sal 18,3-5)... En otra profecía, el Espíritu profético anuncia por el mismo David: “Cantad al Señor un cántico nuevo, que toda la tierra cante al Señor. Cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su salvación....Pueblos todos de la tierra, reconoced la gloria y el poder del Señor”(cf Sal 95) ...

David hizo esta profecía quince siglos antes de que Cristo fuera crucificado. Nadie antes de él fue crucificado por la salvación de la humanidad, ni nadie después de él. Al contrario, nuestro Señor Jesucristo ha sido crucificado, muerto y resucitado, ha subido a los cielos donde reina. Esta buena noticia, proclamada por todo el mundo por los apóstoles, es la alegría de los que esperan la inmortalidad que él ha prometido.



San Justino (c. 100-160)
filósofo y mártir
Primera apología, 39-42

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