miércoles, 19 de julio de 2023

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 11,25-27


Evangelio según San Mateo 11,25-27
Jesús dijo:
"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar."


RESONAR DE LA PALABRA


Definitivamente Jesús le da la vuelta a este mundo. Antes de Jesús a Dios se le había representado siempre como todopoderoso y subido a los cielos. En su altura se le veía como inalcanzable para los hombres. Tan lejos se le veía que la sola posibilidad de encontrarse con él, generaba temor, miedo, pavor. Dios era casi con toda seguridad una amenaza para la humanidad. Por eso, convenía tenerle contento, ofrecerle sacrificios propiciatorios. Siempre era mejor tenerle a favor que en contra porque solo su mirada podría destruir el mundo. De ahí los templos, lugares de la presencia de Dios pero lugares también de su poder, de su omnipotencia amenazadora. A ellos solo se podían acercar las personas consagradas, los santos, los que guardaban a la perfección sus leyes. Su santidad era tal que suponía un peligro para la vida humana.

Pero con Jesús es diferente. Él conoce a Dios Padre. Él es el Hijo, el único que conoce de verdad al Padre. Pero resulta que todo ese conocimiento se lo regala a los pobres y sencillos. A ellos se les regala el verdadero rostro de Dios, que ya no es amenaza para la vida sino amor que crea y recrea la vida de las personas. El amor es cercanía, compañía, ternura, suavidad. El amor es apoyo que nos levanta, que nos llena de esperanza. Este Dios que nos revela Jesús ya no genera espanto, miedo ni temor. Más bien su cercanía genera en nosotros confianza, serenidad, paz. Es un Dios que se pasea por nuestras calles y entra en nuestras casas. Es un Dios que se hace cercano a todos y, por eso, se hace cercano a la gente sencilla. Los sabios y entendidos no lo entienden porque no les cabe en sus esquemas.

Es tiempo de dar gracias con Jesús al Padre, porque hemos conocido su rostro, porque nos sabemos queridos y amados por él, porque sentimos que la misericordia es más grande que el juicio. Todavía, de vez en cuando, nos brota del corazón el temor y el miedo pero nos basta con leer este evangelio para que desaparezcan esos sentimientos y brote la confianza, la alegría y la esperanza.

Fernando Torres cmf

fuente del comentario CIUDAD REDONDA
 

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