¡Buen día, Espíritu Santo!
Me levanto sereno porque Tú me has guardado en la noche,
me has cuidado, has velado por mi.
Me levanto sabiéndome amado por el Padre,
proclamando el Santo Nombre del Hijo,
Aquí, en adoración y oración,
ordeno a mis entrañas: ¡despiértense!
¡levántense!
Es tiempo de caminar sin miedo,
porque Tú, mi Dios, eres quien me llama,
quien envía, Aquel que acredita;
Tú eres el que viene en mi socorro donándote a Ti mismo,
transformando vidas, llenando corazones,
consolando heridas
iluminando mi interior.
Te presento este inicio de semana
con sus diversos rostros de luchas: triunfos y derrotas,
de victorias, silencios y alegrías;
de consuelos y desconsuelos;
fatigas y celebraciones...
Un universo puesto en tus entrañas
ahí donde reside toda Bendición.
Amen
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