BATALLA
ESPIRITUAL
EL
PODEROSO NOMBRE DE JESÚUS
Entrega II
“Por
eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al
nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los
abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el
Señor».
Fl 2, 9-11
Como cristianos debemos tener siempre el nombre de Jesús en los labios, principalmente en la oración para la sanación física, para la sanación interior y en la oración de liberación. No se trata de algo mágico, como si bastase proclamar el nombre de Jesús para que las sanaciones y liberaciones acontezcan. El nombre de Jesús significa “Dios salva”, o sea, al proclamar el nombre de Jesús en determinada situación, estamos afirmando: “Dios salva! Dios salva esta persona! Dios salva en esta situación, en este momento!” Es una proclamación y, por lo tanto, sus intercesores necesitan proclamar siempre el nombre de Jesús como el “Dios que salva”, pues El es verdaderamente el “Dios que salva”.
De la misma manera que el fuego, que quema donde quiera que esté, donde está Jesús, hay salvación. Donde el nombre de Jesús es proclamado, El ya está salvando, pues El es el “Dios que salva”. Jesús recibió ese nombre del Padre porque es el Salvador. Y es necesario tener esa certeza para que la fe se re-encienda en nosotros.
En general el nombre de Jesús viene acompañado: JesuCristo. La palabra “Cristo”, en hebreo, significa “Mesías” –el Prometido, o Enviado por el Padre, o Esperado por el pueblo judío durante años. Jesús es el Mesías: en griego, es Cristo; en latín es Ungido.
“El
espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a
llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a
proclamar la liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros”
Isaías 61,1
Como ya he dicho, al pronunciar el nombre JesuCristo, se afirma que El es el “Dios que salva”, o Mesías enviado por el Padre, el Cristo que realiza la salvación en poder del Espíritu.
Y existe un tercer título: Jesucristo Señor. Señor en latín es “Dominus”, en griego es Kyrios. Jesús es el Señor, es Kyrios.
El santísimo nombre de Jesús fue dado por el Cielo, tanto es así que el Arcángel Gabriel lo confirma en sueño a José:
“Mientras
pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José,
hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido
engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien
pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus
pecados».
Mt. 1, 20-21
Correspondía al padre dar el nombre al hijo en la costumbre judáica. En el momento de la anunciación, el Ángel Gabriel le da el nombre de Jesús, que expresa al mismo tiempo su identidad y misión. A la vez que “solo Dios puede perdonar pecados” (Marcos 2,7), es El que, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombres, “va a salvar a su pueblo de los pecados” (Mt. 1, 21). En Jesús, por lo tanto, Dios recapitula toda su historia de salvación a favor de los hombres. “(…) el Hijo del Hombre tiene en la tierra el poder para perdonar pecados” (Mc. 2,10) El puede decir al pecador: “Hijo, tus pecados son perdonados” (Mc. 2,5). Y el transmite ese poder a los hombres –a los apóstoles (Juan 20, 21-23)- para que lo ejerzan en su Nombre. La gran voluntad del Padre, desde todos los siglos, era que Su Hijo viniese a éste mundo y se volviese el Señor: Señor de este mundo, de esta humanidad. No como un déspoa, un dominador, sino como el Señor que vino, vivió y estableció el Reino de Dios en medio nuestro! Jesús vino para implantar el Reino de los cielos en esta Tierra, para ser el Señor. El Padre destino a Jesús, desde siempre, para ser el Señor: aquel que reuniría lo divino y lo humano –primero en su propia persona, después con la unión de lo divino y lo humano en nuestra persona.Mons. Jonas Abib
Libro “Orando com poder”
Editora: Canção Nova.
Adaptación del original em português.
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