miércoles, 11 de mayo de 2016

Experiencia de Avivamiento - Día 47

Comencemos nuestra experiencia...

+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo. Amén.

Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de Tus fieles y enciende en ellos el Fuego de Tu Amor.
Envía, Señor Tu Espíritu,
todo será creado y renovarás la faz de la tierra.

Oremos:
Oh Dios, que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del Espíritu Santo,
haz que apreciemos rectamente todas las cosas,
según Tu Santo Espíritu
y gocemos de Sus consuelos,
Por Cristo Nuestro Señor.
¡Amén!

Te pedimos, Señor, que esta Palabra se vuelva viva y eficaz
en nuestra vida y no vuelva a Tí, Señor sin producir en nosotros el efecto esperado.

Santiago 5, 16b
"La oración fervorosa del justo tiene gran poder".
Al leer esta palabra de la carta de Santiago procuré indagar de dónde brota la oración fervorosa que él dice.
Sé que somos carismáticos y que muchos, al oír hablar de oración fervorosa, piensan en las oraciones carismáticas hechas en voz alta, con brazos extendidos, cánticos, mucha oración en lenguas y profecías. 
No existe sombra de dudas que hay mucho fervor en nuestra oración comunitaria, en las adoraciones comunitarias, en los momentos en que rezamos "en el monte", cuando nos colocamos en intercesión profética, es perceptible el fervor. 
Mi pregunta es la siguiente:
¿cuándo estamos orando en lo escondido, existe fervor?
Y en nuestro día a día, en el trabajo, cuando no estamos con los hermanos avivados, o en nuestro grupo, nuestra oración ¿es fervorosa?

Quisiera que no interpretásemos la oración fervorosa como gritos y clamor en lenguas, sino como oración constante y disciplinada.
Les confieso que paso el mayor tiempo de mi vida de oración en silencio, orando mentalmente, o en lenguas bien bajito, sin que nadie lo perciba, y así estoy en oración constante.

La oración fervorosa es la oración de intimidad con Dios, de amistad y escucha, es colocar la cabeza en el pecho de Jesús y escuchar el palpitar del corazón de Él, resonando el tamaño de Su amor que tiene por nosotros.
El fervor se adquiere en la intimidad, en la amistad con la Trinidad Santa: con el Padre, con el Hijo, y con el Espíritu Santo.
Es hablar con Dios y, en verdad, mucho más aún escucharlo.
Es la oración en secreto, de intimidad a ejemplo de la oración de Jesús, que subía a la montaña para estar a solas con el Padre. Es de esta oración de Jesús, que subía a la montaña para estar a solas con el Padre, es de esta oración que brota nuestra expresión carismática, pentecostal y avivada.
Es de aquí que brota la inspiración para nuestras prédicas y, de esa intimidad es que viene la fuerza para continuar el caminar.
Los gritos cesan cuando el grupo de oración acaba, los clamores se callan cuando descendemos del monte, pero la oración de intimidad, que es la que nos hace continuar testimoniando, es la que necesita ser mantenida.
Cree en la Palabra y toma posesión: la oración fervorosa del justo tiene gran poder. Persevera en la oración de intimidad, silenciosa, colocando toda tu vida en oración, y experimenta el poder que ella produce.

Quien persevera gana mucho de Dios.
Por lo tanto, es necesario caminar en la justicia, en la voluntad de Dios, para que el poder del Señor se manifiesta en nuestra oración.

Mortificación
Colócate en la escucha de Dios y en la oración silenciosa, para experimentar el fervor y el poder de Dios.

Oración de clamor
Señor Dios, tomo posesión y creo fielmente en esta Palabra de la carta de Santiago, que trae Tu revelación de que la oración fervorosa de aquel que es justo tiene gran poder.
La primer cosa que te pido es la gracia de vivir en la justicia, haciendo Tu voluntad en todo en mi vida.
Dame la gracia de la perseverancia en la oración, de gastar tiempo en la oración silenciosa y fervorosa, escogiendo la dirección, las palabras y todo aquello que tienes para mi.
Sé que mi oración carismática depende del resultado de mi intimidad Contigo, sino será apenas barullo, griterío y hasta histeria.
Te pido, Espíritu Santo de Dios, que me lleves a la intimidad y al abandono en las manos de Dios.
Yo necesito, Espíritu Santo, el don de la perseverancia y de la constancia, para que todos los días me coloque a los pies del Señor.
Mi Jesús, Tu mismo dijiste que María había escogido la mejor parte al estar atenta a Tus pies, escuchándote y viviendo la intimidad Contigo.
Quiero estar a Tus pies.
Quiero darle calidad y sentido a mi vida carismática, de avivamiento y de oración.
Deseo tener intimidad Contigo, Jesús, con el Padre y con el Espíritu Santo.
Quiero imitar a Jesús en las relaciones de amistad con el Padre.
Todo lo que yo haga, quiero colocarlo en oración, todas las decisiones que tuviese que tomar, quiero pasarlas por Tu Corazón.
Te pido apenas una cosa y es lo que más deseo, -el don de la fidelidad-
Ayúdame, Señor, quiero ser fiel hasta el fin, dame fervor,
dame unción, dame la gracia de hacer Tu santa Voluntad, lléname con Tu Espíritu Santo.
Amén.
Aleluia!
Gloria a Dios!

Deja al Espíritu Santo llevarte a la experiencia de un gran clamor para,
entonces, poder revelar lo que el tiene para tu vida.
Ora todo lo que puedas en lenguas.

Sobre la base de "Profecia do Avivamento"
p. Roger Luis - Canção Nova.
Adaptación de textos originales en português.

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