+ En el Nombre del Padre,
+ del Hijo
+ y del Espíritu Santo. Amén.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de Tus fieles y enciende en ellos el Fuego de Tu Amor.
Envía, Señor Tu Espíritu,
todo será creado y renovarás la faz de la tierra.
Oremos:
Oh Dios, que instruiste los corazones de Tus fieles con la luz del Espíritu Santo,
haz que apreciemos rectamente todas las cosas,
según Tu Santo Espíritu
y gocemos de Sus consuelos,
Por Cristo Nuestro Señor.
¡Amén!
Te pedimos, Señor, que esta Palabra se vuelva viva y eficaz
en nuestra vida y no vuelva a Tí, Señor sin producir en nosotros el efecto esperado.
Apocalipsis 2, 2-4
"«Conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos: has puesto a prueba a quienes usurpan el título de apóstoles, y comprobaste que son mentirosos.
Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer.Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo.".
En el inicio del texto, Dios hace elogios a la Iglesia sobre el esfuerzo, la constancia y perseverancia de los que sufrieron por causa de El. A la vez hace una importante corrección sobre algo contra ella.
Cuando Dios tiene algo contra alguien o contra alguna estructura es una cosa muy seria.
El se pone “en contra” cuando aquella situación específica va contra Él, Sus principios y enseñanzas. Aquí lo que debe ser destacado es el abandono del primer amor, o sea, del entusiasmo, del fervor, de la opción por Dios y por la radicalidad, por la santidad.
Esto es muy serio, necesitamos preguntarnos: ¿yo estoy viviendo en el primer amor o también lo abandoné?
En otra traducción, este amor es llamado “fervor”, el primitivo fervor.
Muchos caen en esa desgracia, discúlpeme por usar una palabra tan pesada, pero es eso mismo. Si Dios se pone en mi contra es una desgracia. Muchos usan un lenguaje que acaba volviéndose diabólico, un ejemplo de la pérdida de visión espiritual: “yo no soy como aquellos que todavía están en el primer amor, maduré, mi fe es más madura ahora; antes pensaba como ellos, ahora soy equilibrado, moderado, sin radicalismos, al final, tenemos que interactuar con el mundo, soltar la mano de algunas convicciones, para aproximarnos del mundo.
Veamos lo que dice el cardenal Ratzinger (Benedicto XVI): “No son los cristianos que se oponen al mundo. Es el mundo el que se opone a ellos cuando es proclamada la verdad sobre Dios, sobre Cristo y sobre el hombre.
El mundo se revuelve cuando el pecado y la gracia son llamados por sus propios nombres.
Después de la fase de las “aperturas” indiscriminadas, es el tiempo donde el cristiano debe reencontrar la consciencia de pertenecer a una minoría y de estar muchas veces en oposición a lo que es obvio y natural a aquello que en el Nuevo Testamento se llama – y ciertamente no en un sentido positivo- “el espíritu mundano”.
Es tiempo de reencontrar el coraje del anticonformismo, la capacidad de oponerse, de denunciar muchas tendencias de la cultura que nos cerca”.
Mira, perdemos el fervor cuando dejamos de rezar, de buscar la intimidad con el Señor, cuando entramos en una “anemia espiritual” y olvidamos quienes somos, dejamos de ser carismáticos y, por lo tanto vamos abriendo brechas hacia el conformismo con las cosas y el pensamiento mundano, dejando de adorar y servir al Espíritu Santo, y comenzamos a adorar y servir “al espíritu mundano”.
En el final de este, nuestro devocional, necesitamos mirar hacia adentro, ser sinceros con nosotros y con Dios. Y si dejamos de vivir el primer amor, el primitivo fervor, y hemos vivido regidos por el “espíritu mundano”, llegó hoy el tiempo de la conversión, de volver al primer amor.
Y en ese sentido, solamente, el Espíritu de Dios puede hacer esto acontecer en nuestra vida.
Tengamos el coraje de someter nuestras vidas, tengamos el coraje de quebrar todo altar de idolatría en nuestra vida, el coraje de colocar la cara en el suelo, de humillarnos delante del Señor Dios y recomenzar una vida nueva, una vida en el Espíritu, en el fervor inicial. Es la hora de Dios para mi y para ti.
Amén!
Cuando Dios tiene algo contra alguien o contra alguna estructura es una cosa muy seria.
El se pone “en contra” cuando aquella situación específica va contra Él, Sus principios y enseñanzas. Aquí lo que debe ser destacado es el abandono del primer amor, o sea, del entusiasmo, del fervor, de la opción por Dios y por la radicalidad, por la santidad.
Esto es muy serio, necesitamos preguntarnos: ¿yo estoy viviendo en el primer amor o también lo abandoné?
En otra traducción, este amor es llamado “fervor”, el primitivo fervor.
Muchos caen en esa desgracia, discúlpeme por usar una palabra tan pesada, pero es eso mismo. Si Dios se pone en mi contra es una desgracia. Muchos usan un lenguaje que acaba volviéndose diabólico, un ejemplo de la pérdida de visión espiritual: “yo no soy como aquellos que todavía están en el primer amor, maduré, mi fe es más madura ahora; antes pensaba como ellos, ahora soy equilibrado, moderado, sin radicalismos, al final, tenemos que interactuar con el mundo, soltar la mano de algunas convicciones, para aproximarnos del mundo.
Veamos lo que dice el cardenal Ratzinger (Benedicto XVI): “No son los cristianos que se oponen al mundo. Es el mundo el que se opone a ellos cuando es proclamada la verdad sobre Dios, sobre Cristo y sobre el hombre.
El mundo se revuelve cuando el pecado y la gracia son llamados por sus propios nombres.
Después de la fase de las “aperturas” indiscriminadas, es el tiempo donde el cristiano debe reencontrar la consciencia de pertenecer a una minoría y de estar muchas veces en oposición a lo que es obvio y natural a aquello que en el Nuevo Testamento se llama – y ciertamente no en un sentido positivo- “el espíritu mundano”.
Es tiempo de reencontrar el coraje del anticonformismo, la capacidad de oponerse, de denunciar muchas tendencias de la cultura que nos cerca”.
Mira, perdemos el fervor cuando dejamos de rezar, de buscar la intimidad con el Señor, cuando entramos en una “anemia espiritual” y olvidamos quienes somos, dejamos de ser carismáticos y, por lo tanto vamos abriendo brechas hacia el conformismo con las cosas y el pensamiento mundano, dejando de adorar y servir al Espíritu Santo, y comenzamos a adorar y servir “al espíritu mundano”.
En el final de este, nuestro devocional, necesitamos mirar hacia adentro, ser sinceros con nosotros y con Dios. Y si dejamos de vivir el primer amor, el primitivo fervor, y hemos vivido regidos por el “espíritu mundano”, llegó hoy el tiempo de la conversión, de volver al primer amor.
Y en ese sentido, solamente, el Espíritu de Dios puede hacer esto acontecer en nuestra vida.
Tengamos el coraje de someter nuestras vidas, tengamos el coraje de quebrar todo altar de idolatría en nuestra vida, el coraje de colocar la cara en el suelo, de humillarnos delante del Señor Dios y recomenzar una vida nueva, una vida en el Espíritu, en el fervor inicial. Es la hora de Dios para mi y para ti.
Amén!
Mortificación
Renuncia a la vida vieja, confiesa y clama por
el retorno al primer amor.
Oración de clamor
Espíritu Santo de Dios, quiero adorarte con toda intensidad desde lo hondo de mi corazón, con toda la fuerza de mi ser, y decirte que Tú eres todo para mi, eres la mayor necesidad que tengo en mi vida y en mi caminar.
Sé glorificado, adorado y exaltado, Espíritu Santo.
Te amo, Te adoro, te glorifico, y quiero recibirte en mi vida, deseo experimentar Tu fuerza, Tu Fuego, Tu poder y Tu avivamiento, quiero ser incendiado otra vez!
Quiero experimentar el entusiasmo de los primeros tiempos de mi caminar, el fervor inicial, y toda potencia de Tus dones y carismas.
El mundo es malo, Espíritu Santo, y el espíritu mundano, muchas veces, entró en mi corazón y en mi vida.
Me conformé a las cosas de este mundo, di apertura y esto me apartó de Tus proyectos y de Tus sueños para mi vida.
Asimismo, hoy, digo sin miedo, quiero volver al primer amor, al primitivo fervor, asumiendo todas las consecuencias que esto trae para mi, teniendo plena consciencia de que tengo que renunciar a muchas cosas, de entre ellas ciertas amistades, cosas que permití entrar en mi casa, en mi computadora, en mi TV, principalmente en mi mente.
Quiero volver al primer amor, al primitivo fervor, y necesito experimentarte una vez más, avivando todo lo que se enfrió en mi.
Sopla, reenciende Tu Fuego, no son sólo cenizas, la brasa todavía está encendida en mi corazón, sopla y haz que venga un fuego nuevo.
Quiero volver a la amistad Contigo, y esto dice mucho, Espíritu Santo de Dios, pues sé que el amigo permite al otro participar de su propia vida, y yo quiero que Tú participes de la mía, de mis decisiones, de mi caminar todos los días, quiero tener intimidad, quiero orar en espíritu, quiero buscarte, desde el amanecer hasta el anochecer, quiero que trabajes, en mi cuando duermo, quiero ser Tu amigo, Espíritu Santo de Dios. Renuévame una vez más, incéndiame, necesito de más unción, poder, fuerza, coraje, santidad.
Manda fuego del Cielo y quema todo lo que no es Tuyo.
Ven, Espíritu Santo de Dios, haz morada en mi, hazme volver, ahora, a la experiencia inicial, tienes libertad de actuar en mi, estoy dándote esa libertad, recibe mi vida, como sacrificio, como oblación, yo quiero pertenecer enteramente a Ti. Sé adorado, glorificado, exaltado, Espíritu Santo, me consagro a Ti, quiero tener comunión, quiero el avivamiento en mi vida.
Así sea.
Amén! Aleluia! Gloria a Dios!
Sé glorificado, adorado y exaltado, Espíritu Santo.
Te amo, Te adoro, te glorifico, y quiero recibirte en mi vida, deseo experimentar Tu fuerza, Tu Fuego, Tu poder y Tu avivamiento, quiero ser incendiado otra vez!
Quiero experimentar el entusiasmo de los primeros tiempos de mi caminar, el fervor inicial, y toda potencia de Tus dones y carismas.
El mundo es malo, Espíritu Santo, y el espíritu mundano, muchas veces, entró en mi corazón y en mi vida.
Me conformé a las cosas de este mundo, di apertura y esto me apartó de Tus proyectos y de Tus sueños para mi vida.
Asimismo, hoy, digo sin miedo, quiero volver al primer amor, al primitivo fervor, asumiendo todas las consecuencias que esto trae para mi, teniendo plena consciencia de que tengo que renunciar a muchas cosas, de entre ellas ciertas amistades, cosas que permití entrar en mi casa, en mi computadora, en mi TV, principalmente en mi mente.
Quiero volver al primer amor, al primitivo fervor, y necesito experimentarte una vez más, avivando todo lo que se enfrió en mi.
Sopla, reenciende Tu Fuego, no son sólo cenizas, la brasa todavía está encendida en mi corazón, sopla y haz que venga un fuego nuevo.
Quiero volver a la amistad Contigo, y esto dice mucho, Espíritu Santo de Dios, pues sé que el amigo permite al otro participar de su propia vida, y yo quiero que Tú participes de la mía, de mis decisiones, de mi caminar todos los días, quiero tener intimidad, quiero orar en espíritu, quiero buscarte, desde el amanecer hasta el anochecer, quiero que trabajes, en mi cuando duermo, quiero ser Tu amigo, Espíritu Santo de Dios. Renuévame una vez más, incéndiame, necesito de más unción, poder, fuerza, coraje, santidad.
Manda fuego del Cielo y quema todo lo que no es Tuyo.
Ven, Espíritu Santo de Dios, haz morada en mi, hazme volver, ahora, a la experiencia inicial, tienes libertad de actuar en mi, estoy dándote esa libertad, recibe mi vida, como sacrificio, como oblación, yo quiero pertenecer enteramente a Ti. Sé adorado, glorificado, exaltado, Espíritu Santo, me consagro a Ti, quiero tener comunión, quiero el avivamiento en mi vida.
Así sea.
Amén! Aleluia! Gloria a Dios!
Deja al Espíritu Santo llevarte a la experiencia de un gran clamor para,
entonces, poder revelar lo que el tiene para tu vida.
Ora todo lo que puedas en lenguas.
Sobre la base de "Profecia do Avivamento"
p. Roger Luis - Canção Nova.
Adaptación de textos originales en português.
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