lunes, 9 de mayo de 2016

Meditación: Juan 16, 29-33


En el mundo, ustedes habrán de sufrir.” (Juan 16, 33)
Jesús quería preparar a sus discípulos para lo que vendría más tarde: su pasión y su muerte en la cruz (Juan 16, 4). Los discípulos procuraban creer que Jesús venía de Dios, pero no podían entender aún el mensaje del sufrimiento y la cruz. El Señor les anunció que ellos también serían víctimas de malentendidos, contradicciones y persecución, pero que sin embargo tendrían gozo, porque el Padre estaría con ellos.
El Evangelio de San Juan tiene una forma singular de presentar mensajes que presagian sufrimientos o desgracias, pero al mismo tiempo expresan paz y esperanza. ¿A qué se debe esto? A la fe de que el Padre está con Jesús (v. 32) y, por eso, Cristo ha vencido al mundo: “Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo” (Juan 16, 33).
¿Cómo ha vencido Cristo al mundo? Por su obra en la cruz. Mediante su sacrificio expiatorio voluntario, Jesús despojó de toda fuerza al pecado, a Satanás y al mundo. Por su pasión, su muerte y su resurrección, Jesús doblegó todos los poderes del mal y la oscuridad. Dios nunca nos obliga a abandonar nuestra libertad, de modo que, pese a la victoria de Jesús, por lo general seguimos haciendo nuestra propia voluntad y tomando decisiones según la oscuridad del mundo. Pero si vivimos unidos a Jesús —la unión que comienza con nuestro Bautismo y crece mediante la vida de la fe— también podemos tener la victoria.
Esta es la esperanza de los cristianos: En Cristo tenemos la victoria. Unidos a él, podemos vencer el temor, el rechazo, la persecución y todas las cosas de este mundo que nos privan de la paz, el gozo y el amor. Al ocuparnos de los deberes hogareños, realizar el trabajo diario, contribuir a la iglesia y cumplir las responsabilidades con la familia, las amistades y la comunidad, pidámosle al Espíritu Santo los dones de fortaleza, fidelidad y perseverancia, para que siempre nos mantengamos en el camino de la fe y el servicio a Dios y al prójimo.
“Oh Espíritu Santo, concédeme los dones de fidelidad y fortaleza especialmente en tiempos de prueba y adversidad; anímame al tratar de crecer en santidad, fortalece mi debilidad y dame valor para rechazar los ataques del enemigo, para que nunca me aparte de ti, Dios mío y Bien supremo.”
Hechos 19, 1-8
Salmo 68(67), 2-7
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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