lunes, 7 de agosto de 2017

NO SOY EL SAMARITANO



Ellos son los que no me gustan.
Los heridos, caídos en el camino de la vida.
Los que juzgo, los que desprecio, los que me hacen mirar para otro lado.
Los que ignoro y a los que culpo de su mal.
Los que no me devolverán un halago.
Y yo soy quien mira y pasa de largo.
Yo soy quien no se detiene.
No soy el samaritano.
Yo soy quien encuentra una razón para olvidarlos, para arrancarlos de mi vista y de mi vida.
Hombres y mujeres caídos por los caminos de la vida y nosotros, tantas veces, cristianos ausentes, en silencio y silenciando los gritos que resuenan a nuestro alrededor, recordándonos que Cristo grita desde las entrañas del caído.
Un grito que nos apela y nos revuelve.
¡Dios misericordioso, no permitas que miremos hacia otro lado cuando nos encontremos con ellos!


“Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que Yahveh tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para remediar su indigencia.” (Dt 15, 7-8)

No hay comentarios:

Publicar un comentario