Cristo, Dios y hombre
Nos preguntamos con asombro cómo Cristo nuestro Salvador, siendo verdadero Dios igual al Padre todopoderoso, pudo conocer la tristeza, el sufrimiento y la pena. Ciertamente, no lo hubiera podido si hubiera sido sólo Dios, sin ser al mismo tiempo hombre. (…)
Pero en realidad, ya que fue tanto verdadero hombre como verdadero Dios, estimo que no tenemos que asombrarnos que haya tenido los sentimientos habituales del género humano (aunque en ausencia del pecado) en tanto que hombre, más de lo que nos asombramos por los milagros que cumplió como Dios. (…)
Si nos asombramos que Cristo tuviera temor, disgusto y pena, aún siendo Dios, ¿cómo no asombrarnos que tuviese hambre, sed y que haya dormido? No por aceptar esas limitaciones era menos Dios. (…)
Sin embargo, a Cristo no le faltaban razones de querer sentir temor, tristeza y pena. Digo “querer” y no “estar obligado”. ¿Quién hubiera podido obligar a Dios? Pero, cómo yo decía, Cristo en su maravillosa bondad, lo ha querido por diversos motivos. (…)
Vino para dar testimonio de la verdad. No faltaba quien negara que él fuera verdadero hombre. Con el fin de dar remedio a esa enfermedad mortal, nuestro excelente y sensible médico quiso mostrar que era verdadero hombre.
Santo Tomás Moro (1478-1535)
hombre de estado inglés, mártir
La tristeza de Cristo (“La tristesse du Christ. Méditations de Thomas More prisonnier, sur l´agonie de Jésus”, Paris, Téqui, 1990), trad. sc©evangelizo.org
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