Dios levanta a quienes han caído
Si somos vencidos después de haber luchado valientemente, no debemos perder coraje ni renunciar. Debemos levantarnos, recuperar la confianza escuchando y cantando las palabras de Isaías: “Malignos demonios, ustedes que eran fuertes fueron vencidos. Si retornan en fuerza, serán vencidos nuevamente. Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros” (cf. Is 8,10). El Señor sostiene a los que caen (Sal 145(144),14) y está siempre listo para eliminar a nuestros enemigos cuando nos arrepentimos. (…)
Pedro primero recibe las llaves (cf. Mt 16,19). Después Dios permitió que cayera en las negaciones (Mt 26,70), para que esa caída fuera una lección de prudencia. No te sorprendas si también caes en cualquier tipo de pensamiento, después de recibir las llaves del conocimiento. Entonces, glorifica al único sabio, nuestro Señor, quien con esos accidentes pone freno a la presunción que se quiere adherir al conocimiento divino. Porque las tentaciones son un freno. Por providencia de Dios, ellas pueden refrenar al orgullo humano. (…)
Desesperar es más funesto que pecar. Judas el traidor era débil y no tenía la experiencia del combate. El enemigo se tiró sobre él, que desesperaba, y le pasó la soga al cuello (cf. Mt 27,5). Pero Pedro, piedra sólida, derrotado después de una terrible caída, no cedió ni se abandonó a la desesperación, porque tenía la experiencia del combate. Se recuperó. Con un corazón afligido y humillado derramó lágrimas muy amargas (cf. Mt 26,75). Viendo eso, nuestro enemigo, con ojos quemados como llamas vivas, retrocedió enseguida y huyó lejos, profiriendo fuertes gritos.
Juan de Cárpatos (VII s.)
monje y obispo.
Filocalia, “Capítulos de exhortación 29, 62, 85” (Philocalie des Pères neptiques, Paris, DDB-Lattès, 1995), trad. sc©evangelizo.org
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